Fundación Islámica de Chile

Muchos ateos afirman que la religión es como el opio, que por un lado enajena a los pobres y oprimidos para que acepten la injusticia y el sufrimiento, dejándolos soñando con el Paraíso y el Más Allá, y por el otro, para que los ricos se aferren a su riqueza considerada como un derecho jerárquico de la creación del hombre de Dios y cuyo monto se asigna de acuerdo al grado al que pertenecen. La verdad es que la religión significa estar vigilante, atento, consciente y alerta para poder evaluar cada acto o acción que se lleva a cabo. Los consumidores de opio no son capaces de hacerlo. Un verdadero adicto al opio es aquel materialista que rechaza la religión porque quiere omitir e ignorar sus reponsabilidades y las consecuencias de su proceder y piensa que le pertenece el momento en el que vive, por lo que sigue haciendo lo que quiere, creyendo que no hay un Observador o Interrogador y que la resurrección no existe.

¿Cómo puede un hombre adicto al opio compararse con un verdadero musulmán que se considera responsable hasta incluso de su vecino, y que se culpa a sí mismo si algún individuo en su nación muere de hambre, o si algún animal es maltratado, sintiendo que no ha cumplido con su deber? ¿Le corresponde esto a él por su religión?